En el límite de la capacidad de percepción. Caos neuronal que ni el sueño reparador es capaz de organizar. No me sirven los patrones lógicos de pensamiento. Imposible razonar con la memoria emocional. Patrones. Pautas. Hasta el goce estético se reproduce pautado. Equilibrios, armonías, reglas, patrones. Ya lo hemos dicho todo. No queda nada por decir. ¿Seguir mirando la obscura noche en las palabras del poeta? ¿Seguir leyendo el cegador cielo en las formas de un pintor?
Pero no, todo está aún por hacer , mi muerte no ha llegado. Soy vivo. ¿Escribir este diario es vivir?. ¿Describir lo vivido es vivir?. Solo percibo el sonido de las teclas como algo vivo (es ahora). El cansancio que produce organizar las Palabras y no poder ver en ellas lo que Teresa dijo en la oscura noche: Me voy . ¿Dónde Teresa?. No creo a nadie, no siento aquello de a ninguna parte. No creer en nada, no tener un patrón, ser incapaz de organizar este caos y esta nada. ¿A dónde Teresa se fue tu dolor? ¿Nos cegó la la luz de Bach? ¿Me olvidé leyendo la prosa de Klee? ¿Me asusté con los pedos de Jorge? ¿La geometría es un cromo pintado en la capilla sixtina? ¿Qué he olvidado Teresa? ¿Tu dolor? ¿Tu amor pútrido? ¿Lo que no pudo ser y fué?
Aún por hacer me queda todo, mi muerte no ha llegado. Mira dónde, me llega el breve (pequeño) aroma de tu pelo posado en la felicísima mota de polvo. Eres tú, Teresa. Gracias por echarme este polvo (pequeña y breve nota de tu aroma).
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